"Yo amo el peligro" decía repetidamente el personaje Cool Mc Cool de las viejas tiras cómicas y que pareciera ser la frase preferida (al menos en el subconsciente) de todos los motorizados de Venezuela.
Es casi imposible salir a la calle hoy en día sin encontrarse con un accidente de transito en el cual no se vea inmiscuido un motorizado, ya es común decir: ¡Es que ellos manejan como unos locos! ¡Me llevó el retrovisor! ¡Me quería partir el vidrio! y esto sin mencionar el hecho de que algunos delincuentes utilizan este medio de transporte para robar, agredir e intimidar al resto de la ciudadanía, todo un karma, una película de terror pues...
Si es para cambiarse de canal, las personas deben esperar a que se acabe la interminable fila de motorizados que van uno tras de otro a grandes velocidades, situación que se torna desesperante, ya que si la salida de la autopista a la que la persona se dirige se encuentra cerca, está fregado porque ningún moto ratón le dará paso ni frenará para que ese alguien se cambie de canal, por el contrario, acelerarán para que no lo haga, tocarán la corneta con furia, rabia y ademanes de reclamo, por lo cual si el chofer de ese vehículo no se mete a la brava se jodió, así de simple, por supuesto con la consiguiente reprimenda y sarta de improperios, amenazas y hasta agresiones físicas por parte de uno o una banda de ellos que se sienta afectado porque "ese coño e madre que va en carro se cambió de canal", causa impotencia.
Volviendo al asunto inicial de los accidentes en moto que casi siempre son muy graves y que afectan tanto a ellos como a los conductores de vehículos, es menester reflexionar en lo siguiente: ¿Cual es su apuro? ¿Por qué los motorizados realizan maniobras tan y cada vez más arriesgadas? ¿Por qué si es el medio de trasporte más rápido y optimo en la ciudad ellos van siempre "matándose"? Tal vez la moto por ser un vehículo de dos ruedas, hija de la bicicleta, en la que la mayoría tuvo experiencias muy excitantes y desafíos infantiles llenos de "adrenalina motorizada" de ser un piloto "A1" en la niñez y adolescencia, luzca un poco más parecida a un juguete o a una pieza varonil que a un medio de transporte que puede ser muy útil y eficiente, pero que también puede matar.
Al parecer, esta "adrenalina motorizada" se queda alojada en el subconsciente de quienes hoy manejan el llamado caballo de acero y se les olvida que ya no es un juego, que realizar piruetas cada vez más arriesgadas puede llevarlos a la muerte, que hacer caballito en la moto es una pendejada estéril y estúpida para un adulto en una vía publica, que manejar como si todo el mundo debiera "cuidarles" no es nada lógico y que ya no es un raspón en la rodilla o en el codo lo que se llevarán a casa, sino una pierna rota, un brazo fracturado o un cráneo partido y en consecuencia un luto, para ellos y para los demás involucrados.
El problema de los motorizados en la vía con su "adrenalina motorizada" se ha hecho cada vez más difícil de sobrellevar o resolver, al parecer a las autoridades no les importa y contrariamente se hacen la vista gorda ante los abusos y excesos de estos personajes, que si bien no son todos, también es cierto que actúan como un conjunto, como un enjambre.
Por mi parte, espero que alguno de ellos lea estas humildes lineas y de pronto le baje dos, porque es más sano dejar el apuro, controlar la adrenalina y llevar una vida más tranquila, como dicen por allí pues: Poco a poco se anda lejos, corriendo no se hace nada.