domingo, 24 de febrero de 2013

Apología del Culo


Apología del culo (Profesor Oscar González B.) 

"Eso queda el el culo del mundo" -me respondió cuando le dije donde vivía. Escuchar la palabra culo me hizo reír y a la vez me consternó un poco. El culo del mundo me sonó a un lugar lejano y perdido, del que nadie tiene idea alguna. Bueno, yo venía de un lugar así, había pasado cierto tiempo en los páramos andinos del Táchira y Mérida estudiando las formas de habla de sus pobladores; tanto me concentré en mi antropológico estudio que retorné a la ciudad hablando andino. Cada vez que habría la boca para preguntar o comentar algo, salia un burlista a entonar un hijo e' puta, amén de preguntarme si era colombiano o gocho.

Como venía de estudiar las formas gramaticales de la expresión oral, me permitió ver, escuchar y analizar las formas de habla del caraqueño. Descubrí que entre los universitarios de mi edad había solo dos variables tonales que empleaban con mucha frecuencia. Estas variables tonales eran el malandro y el sifrino (hallar tonos intermedios era un caso aislado); además de notar, que en todas las maneras de hablar del caraqueño existía un exquisito gusto por ser despectivo, como si todo fuera poca cosa o menos para ellos, o como si nada le agradara a su vista.

Comencé a notar que como caraqueño yo había hablado de esa manera. atribuía que la razón por la que el caraqueño fuese burlista, que de todo suceso o desgracia hace un chiste o una gracia, se debía a aquella cualidad despectiva. Esto me hizo pensar en aquella definición que el poeta cubano José Martí haría de los venezolanos: "Los venezolanos son seres con una enorme cabeza con cuerpo de hormiga loca". Lo que más me sorprendía era que en nuestra construcción lingüística del mundo, de todo lo que nos rodea, imperaban dos palabras: Culo y vaina. Ya Ángel Rosenblat en unos de sus artículos sobre nuestra manera de hablar había dicho: "A los venezolanos nos llaman los vainas". Seguramente por el uso que le damos a esta palabra: Que si pásame esa vaina ahí, ¿cómo esta la vaina?, ¿qué vaina es esa?, cuidado me echas una vaina, ¿cuanto cuesta esa vaina?, váyase a echar vaina pa' otro lado, etc.

Ahora, con respecto a la otra palabra (culo), cualquier psicoterapeuta extranjero familiarizado con el español de Venezuela podría aventurarse a decir que el venezolano sufre de fijación anal, o parodiando al célebre inventor del psicoanálisis Sigmund Freud, es un ser que no ha superado la etapa anal. ¿cómo así? Empecemos con esta frase: El mundo está vuelto un culo. Esta es una expresión coloquial que un venezolano emplearía para decir que el mundo está hecho un caos. Así como esta otra: ¿Que tiene que ver el culo con las pestañas? 

Pero en fin ¿qué es un culo? O más decentemente ¿qué lugar ocupa la palabra culo en el imaginario del venezolano? Según la R.A.E., culo se le llama al ano, a las nalgas, posaderas, trasero y glúteos; digamos que culo es el conjunto de nalgas y ano. Y eso es lo que miran los hombres cuando ven el caminar de una mujer. El culo no solo tiene una importancia sexual incuestionable, sino que también representa un modo despectivo de ver e interpretar nuestra realidad más inmediata. Mira ese culo -decía un amigo cuando veía pasar una mujer que le llamara la atención; o voy a salir con el culo -para indicar que va a verse con una mujer. Pero culo no son solo mujeres (o parejas), sino que trasciende su significado corporal para convertirse en uno más simbólico o abstracto. Estoy vuelto un culo, decimos para indicar que uno o alguien está hecho un lío, un desastre, un enredo, o está en una situación complicada. Y si alguien nos mira con mala cara, o está mal geniado, amargado, decimos que tiene cara de culo.

Si estamos obstinados o hartos de una situación, decimos me tiene hasta el culo. Si una persona es fastidiosa o inquieta, es que le pica ese culo. Las multitudes alborotadas, o cualquier aglomeración forman un coge-culo. Ser indiferente o evitar a alguien es sacarle el culo. Levantarse un culo es conquistar a una mujer. Quedar extenuado, agotado o cansado de una actividad es que le reventaron el culo. Ponerle corazón a una empresa o labor es partirse el culo. Estar o quedarse sorprendido de una situación es caerse de culo. Si estamos en una situación embarazosa tenemos que apretar ese culo...

Si contraemos una deuda grande o tenemos necesidad urgente de dinero somos capaces de empeñar o perder el culo. Cuando una persona egoísta o delicada nos reclama por el uso de algún objeto decimos: Métetelo por el culo. Para implorar, o rogar a alguien para obtener un favor hay que besarle el culo. Hay culo para me limpio, me sabe y me huele. Y para despedir a alguien sin muchas consideraciones decimos: Anda a lavarte ese culo. En fin, como se dice en una fiesta en la que el bello sexo abunda: Hay culo pa' rato. Esta palabra, que se usa como un comodín en el verbo del venezolano, representa, en nuestra idiosincrasia, la parte más importante del cuerpo después de la cara. Nuestro refrán cara sería culo rochelero nos corrobora esta última afirmación.

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